Ismael vuelve a Zaragoza

Por el Sr. D. Jesús Barco Gracia

Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de Zaragoza D. Manuel Ureña Pastor, Rvdo. D. Mariano Mainar Elpuente postulador diocesano de las causas de los santos, D. Blas Camacho Zancada vice-postulador general de esta causa, señoras y señores presentes.


Mi nombre es Jesús Barco Gracia y me dirijo a todos, con el modesto mérito de pertenecer a la Juventud Masculina de Acción Católica desde el año 1937; y de la que fui presidente diocesano los años 1951 a 1953, año en el que pasé a la rama de los Hombres. Como veis pertenezco a la generación de Ismael pues ingresé en la Juventud tres años después que lo hiciera él. Por voluntad y misericordia divinas, mis palabras en esta reunión van a tener fundamentalmente un carácter testifical de unas vidas paralelas en el tiempo y en los ideales apostólicos; y pretenden encender un poco más la llama del amor y la devoción a ese joven, al que queremos apoyar en su elevación al reconocimiento de la Iglesia a los que van a ser venerados en los altares.

El DVD que acabamos de ver y varios y buenos libros nos han dado a conocer con mucha claridad y detalle la vida y la inmolación del Siervo de Dios. Por lo tanto, lo que yo os pueda decir ahora ha de limitarse a aspectos muy puntuales sobre mis vivencias y recuerdos personales entre los años 1936 y 1950, que corresponden al inicio y desarrollo de la guerra civil, teatro de la oblación y pasión de Ismael en la tierra aragonesa que lo acogió vivo, y después muerto a partir de su "die natalis" el 5 de Mayo de 1938 hasta el 13 de Mayo de 1950, fecha de la exhumación y traslado a su tierra de origen dejando esta bendita por la Santísima Virgen del Pilar, no sin dejar un reguero de gracias y vocaciones apostólicas entre muchos jóvenes que vieron en él un ejemplo a imitar en el camino de la vida cristiana.

Por lo que respecta a los que me escucháis, mi intención es aportar conocimientos que os hagan conocer mejor y profundizar en el lugar y en el tiempo de esta parte de la hagiografía de Ismael.

En Julio de 1936 estalla la guerra civil. En Zaragoza triunfa el alzamiento, y pronto se hacen sentir los efectos de la contienda. El avance de grandes masas de revolucionarios y tropas desde Cataluña, es detenido por los nacionales a unos 20 Km. de la ciudad. Aunque no se vive en estado de sitio, lo que más impresiona en esos momentos a la mayoría de los habitantes es conocer la persecución desencadenada con violencia contra la Iglesia, que se materializa en la destrucción de muchos templos y centenares de sacerdotes y personas asesinadas por el mero hecho de ser católicos. Un momento especial de esta persecución fue el bombardeo que realizó un aparato de aviación republicano sobre el Pilar en la madrugada del día 3 de agosto, arrojando cuatro bombas de las que ninguna llego a explotar. De este atentado puedo dar personalmente testimonio pues divisé la evolución de ese aparato sobre el templo siendo tiroteado desde tierra. Este acontecimiento y su providencial final provocaron una excepcional movilización del voluntariado.

Después de este bombardeo hubo otros a lo largo de los dos primeros años de contienda, sobre el casco de la población, con numerosas víctimas civiles.

Con escasas fuerzas militares, resistió el frente nacional de Aragón las repetidas acometidas del enemigo, hasta que en el día 1 de Enero de 1938 el ejército republicano logró ocupar la ciudad de Teruel, En la contraofensiva nacional para la reconquista de la plaza, en el sector del Alfambra al norte de la dudad, el ejército nacional venció al contrario y le hizo más de 6000 prisioneros entre los días 6 y 8 de Febrero, entre los cuales estaba Ismael, capturado por el Cuerpo de Ejército de Galicia.

Con la mayor parte de ellos, a mitad del mismo mes llegó al campo de concentración de San Juan de Mozarrifar, un barrio al norte de Zaragoza y empieza a vivir el duro régimen del cautiverio.

La ciudad vivía en la próxima retaguardia; pero a pesar de la incertidumbre del devenir de la guerra, bajo la regencia del alcalde Sr. Parellada, seguía empeñada en varias labores de renovación de su casco urbano. En estos trabajos se empleaban los prisioneros como mano de obra. Uno de estos lugares, a poco más de cien metros de la fachada este del Pilar y cerca del Ebro, se estaba haciendo la demolición de una estrecha y desigual calle llamada de la Hiedra, iniciándose así por ese extremo la remodelación de dicha calle hasta convertirla en la actual de San Vicente de Paúl con salida al Coso. En este lugar con toda probabilidad trabajaba como cautivo Ismael, sin poder visitar a su madre adorada la Santísima Virgen del Pilar que tan cerca estaba.

Otro sector próximo y de mayor importancia era la plaza delante del templo del Pilar, ajardinada con árboles y quioscos de recuerdos. Y otra estrecha calle llamada del Pilar unía esta plaza con otra pequeña ante la catedral de La Seo. Pero esta reforma, la primera antes de otras muchas que se fueron haciendo hasta llegar al actual y grandioso espacio de la Plaza de las Catedrales no se inició hasta principio de 1942 siendo alcalde de Zaragoza el Sr. Caballero Ibáñez.

Pocas semanas después de la llegada de Ismael al campo de San Juan, el 8 de Marzo el ejército nacional rompió el frente y la ciudad empezó a sentirse libre, siendo el enemigo empujado progresivamente hasta el corazón de Cataluña. Por entonces se había manifestado ya la gravedad de la enfermedad del prisionero y se hizo necesario, el traslado a uno de los hospitales que en Zaragoza cubrían las necesidades sanitarias del frente aragonés. Estos eran el Hospital Militar, junto al actual templo de Santiago; estando muy cerca de él el Hospital Provincial y no muy lejos el Hospital Clínico de la Facultad de Medicina. Complementaban la misión de hospitalización los que se instalaron en el colegio de los Jesuitas, el de la Cruz Roja en la Plaza de los Sitios, el del grupo escolar Costa y el de los soldados marroquíes que ocupaba el edificio construido para la Delegación de Hacienda, también en la misma plaza. De todos ellos, el elegido para ingresar a Ismael fue el Hospital Clínico, al que se accedía por la puerta principal del edificio de las Facultades de Medicina y Ciencias. Y atravesando el claustro universitario se llegaba a los pabellones de hospitalización, ya que la entrada por la Gran Vía era complicado por las obras de apertura de dicha vía.

De los pabellones del Clínico, el destinado para los prisioneros estaba en la tercera planta y en el extremo próximo a la calle del doctor Cerrada. De allí pasó al cielo nuestro querido Ismael.

Antes de hacerlo, ya descubierto por la enfermera y joven de Acción Católica Aurora Álvarez, lo conocieron y visitaron varios jóvenes de la misma organización con su presidente diocesano Mariano Biu y algunas señoras de la rama de mujeres.

y ahora un interrogante que personalmente me he planteado, sobre los caminos de la providencia, pues yo mismo podía haber hecho alguna de estas visitas y conocido a Ismael. Pues, como aspirante de 15 años cumplía el encargo con otros muchachos de visitar y llevar dulces a los jóvenes de Acción católica heridos en el frente internados en el Hospital provincial.

En abril de 1939 llega la paz y regresan de los frentes nuestros hermanos mayores que vuelven a sus centros, y con sus narraciones de la vida en las trincheras y hechos de guerra nos encandilaban a los aspirantes y ganaban nuestra admiración.

Pero en el camino y en la contienda había caído un número muy elevado de ellos, superior a la media general de la población combatiente. Un precio muy alto: 105 de los 14 centros que existían en la capital; 37 de los centros de la diócesis y un consiliario, y 28 sacrificados por la furia revolucionaria, pertenecientes a los centros de Alcañíz, Caspe, Hijar, Plou, Puebla de Híjar, Mazaleón y cuatro sacerdotes consiliarios, varios de los cuales ya han sido beatificados.

Por el número extraordinario de Octubre de 1939 de la revista mensual Vamos que editaba desde 1934 la Junta Diocesana de Acción Católica, pude yo darme cuenta de la importancia y el valor de esta organización durante el curso de la guerra, y conocer algunas cosas muy interesantes. En esta ciudad estuvo el corazón del movimiento católico en la guerra, pues funcionó un centro de información internacional en defensa de nuestros ideales y de la verdad 'de lo que ocurría en España. También desde esta junta se coordinaron y atendieron 173 Centros de Vanguardia que encuadraban a los jóvenes de Acción Católica y muchos más que se adherían a ellos y pedían la insignia como esos legionarios de la 2ª Bandera que se ven en el libro y en los paneles. De estos centros más de 200 muchachos dieron su vida en la contienda, relacionándose entre ellos nuestro Ismael.

Y además conocí el sacrificio de Ismael en el artículo que le dedicó D. Leandro Aina en las páginas de la misma revista.

La Juventud y las otras ramas de la Acción Católica, con raíces bien regadas por la sangre de Ismael, crecieron y se multiplicaron en actividades y en número y recordaron al joven muerto muchas veces. La primera en la Peregrinación nacional de Septiembre de 194(1) de 20000 jóvenes a Zaragoza, en la que el presidente nacional Manuel Aparici realzó con vehemencia el valor y ejemplaridad del sacrificio de Ismael.

Nosotros también lo fuimos aprendiendo a amar y conocer a través del Consiliario Diocesano de Zaragoza D. Francisco Izquierdo Molins, forjador de promociones de jóvenes apóstoles, y creador de muchas obras sociales.

Así llegamos al 13 de Mayo de 1950, fecha en la que viví el imponente homenaje que los jóvenes dieron a Ismael tras su exhumación, en la Misa en la capilla del cementerio, en el velatorio en el Consejo Diocesano situado en Coso 134, y en la despedida al féretro en la estación.

Le dimos adiós con tristeza y alegría porque lo entregamos a vosotros que desde entonces lo estáis guardando en Tomelloso con más amor en la tierra en la que tuvo familia y amigos.