Testimonios
Padre Domingo Legua, Vicario Episcopal de Santo Domingo, República Dominicana, sobre la vocación de don Ángel Moros, amigo que le despertó su vocación al sacerdocio:
“Don Ángel Moros Álvarez, sacerdote recién ordenado de la archidiócesis de Zaragoza y ejerciendo su ministerio sacerdotal en mi parroquia de Andorra de Teruel, año 1965, ¿Ángel porqué te hiciste sacerdote? ¿Quién te había influido? ¿A quién le debía su vocación? Con una seguridad grande, con aplomo y convencido de lo que decía me habló de Ismael, de la gran influencia que había tenido en su vida a partir de la biografía que había leído… Ángel, que era un sacerdote estupendo, influyó de manera definitiva en mi vocación sacerdotal”.
“Don Ángel Moros Álvarez, sacerdote recién ordenado de la archidiócesis de Zaragoza y ejerciendo su ministerio sacerdotal en mi parroquia de Andorra de Teruel, año 1965, ¿Ángel porqué te hiciste sacerdote? ¿Quién te había influido? ¿A quién le debía su vocación? Con una seguridad grande, con aplomo y convencido de lo que decía me habló de Ismael, de la gran influencia que había tenido en su vida a partir de la biografía que había leído.
Ángel fue una vocación adulta al sacerdocio, esa era la palabra que se acuñaba a quien iba al seminario pasada la adolescencia. Como a la edad de 18 años la lectura de la biografía de Ismael le cambio los esquemas y su ruta, pues Ángel, de familia ferroviaria, había empezado a trabajar en RENFE. El libro contando la vida de este joven manchego de la Acción Católica de Tomelloso le impactó tanto que lo releyó en varias ocasiones y le ayudó de manera definitiva y determinante en su discernimiento vocacional. Con el aplomo que caracteriza cuando se dice aquello de lo que se esta convencido, cuantas veces a Don Ángel se le preguntó sobre su vocación, siempre hacía referencia a Ismael de Tomelloso. Cerca de la cabecera de su cama le acompañó, en mis 43 años de amistad con Ángel, le vi siempre una fotografía de Ismael de Tomelloso, fotografía que le regaló como herencia muy preciada a Mari Luz Frauca Cacho, quien le acompaño día y noche de manera heroica los cuatro últimos años de la cruel enfermedad, esclerosis lateral amiotrófica, que acabó con la vida de Ángel. Ángel, que era un sacerdote estupendo, influyó de manera definitiva en mi vocación sacerdotal. Junto a él en estos 42 años de una profunda amistad, fue para mi maestro y testigo en el amor a Dios, al prójimo y en el inmenso amor a la iglesia, hasta el punto de convertirse en mí en una referencia sin la cual hubiese andado perdido.
A los pocos años de estar como sacerdote en la Parroquia de la Presentación de la Virgen, en el Barrio de la Bozada en la ciudad de Zaragoza, a principios de los años 80, como quien tiene una deuda pendiente organizó una peregrinación en bicicleta desde Zaragoza pasando por Morata de Jalón en donde Ángel vivió su adolescencia y juventud y en donde se fraguó esa misteriosa y honda amistad con Ismael, hasta Tomelloso, pueblo de la Mancha en donde nació Ismael.
Gozosamente nos unimos en su acción de gracias a Ismael un grupo de jóvenes de su parroquia, algunos jóvenes aspirantes al sacerdocio y un grupito de sacerdotes que emprendimos esta peregrinación para acompañar a Ángel hasta Tomelloso en donde públicamente, en la parroquia donde Ismael había orado tantas veces, y ante un buen número de feligreses, Don Ángel reiteró su agradecimiento a Dios y a Ismael por su vocación sacerdotal”.