Para los testigos que conocieron a Ismael, y según recogen sus biógrafos, San Luis era el santo predilecto de Ismael…: «le cautivaba la blancura de la castidad, la aspereza de la penitencia y la oración larga y escondida. De los instrumentos de penitencia ignoraba aún el nombre; le fueron siendo familiares en el correr de los días».

«El 21 de junio (1936), festividad de San Luis Gonzaga, Patrono de la Juventud, se celebró una gran fiesta en Tomelloso por los jóvenes de la Acción Católica, después de participar en la misa pasearon por las naves del templo la imagen del Patrono entonando el himno de la Juventud de Acción Católica y celebraron una velada en el Colegio de la Milagrosa. Ismael recitó poesías, tocó la guitarra, e hizo reír y disfrutar con sus bromas a las religiosas, a los jóvenes y a sus familias, como era habitual en él». («In Silentio…»)

«Ismael comulgaba con tal devoción y fervor, con tal amor y compostura externa, que movía a devoción, cuando no a lágrimas. “Nos edificaba a cuantos rodeábamos su lecho”, dice don José (José Ballesteros era seminarista de Ciudad Real cuando Ismael hizo Ejercicios Espirituales en el Seminario y se encontraron en el Hospital Clínico de Zaragoza donde Ismael estaba prisionero en 1938): “Parecía un ángel venido a la tierra; tanto es así, que nosotros, muchas veces, le llamábamos Luis Gonzaga, cosa que él no quería, dada su gran humildad”». (O.C.)

«Un día le trajo Aurora, la enfermera, una reliquia de San Luis Gonzaga: “Te voy a poner una reliquia de San Luis Gonzaga. ¿Sabes quién fue ese santo? Hizo Ismael un gesto inexpresivo, pero cogiendo la reliquia depositó un largo beso sobre la misma».

“Cual sería mi sorpresa –dice la enfermera– cuando al llegar a su casa en Tomelloso veo que es la imagen de San Luis la que preside su lecho, en un marco tallado por él mismo! ¡Había sido el santo de su predilección!».

Una de las virtudes que había tratado Ismael de imitar fielmente a San Luis era la castidad, llegando a veces hasta el heroísmo».

Dijo Ismael a la enfermera:

«–Quiero que cuando muera me amortajen con la sotana de la Compañía de Jesús».

–¡Vaya ocurrencia! Y, ¿por qué con la sotana de jesuita?

–»Sí, porque yo tenía deseo de ser de la Compañía y ya que no he podido ser, por lo menos que me entierren vestido como uno de ellos, como murió San Luis Gonzaga».

Ismael solía visitar con su madre, desde que tenía 9 años, el hospital asilo de ancianos de Tomelloso, y después lo hacía con los amigos de Acción Católica, y de la misma manera que Luis Gonzaga, consolaba y exhortaba a los enfermos, y trabajaba con entusiasmo y empeño en las tareas más repugnantes del hospital. (Pág. 156, 157 y 168 O.C.).

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