"Soy de Dios y para Dios; si muero seré totalmente de Dios en el cielo y si no muero... ¡quiero ser sacerdote!".

No se trataba de una novedad en Ismael, ni un fogonazo inspirado por la proximidad de la muerte, porque en el año 1935, cuando ingresó en la Juventud de Acción Católica y fue a hacer Ejercicios Espirituales al Seminario Diocesano de Ciudad Real, al despedirse, dijo:

"¡Qué lástima que se hayan terminado los Ejercicios!"

Y dirigiéndose al seminarista José Ballesteros:

"Oye, curilla, a ver si me escribes ¿eh?, porque a lo mejor me meto a cura luego, ¿sabes?"

"¿Quieres llevarme contigo al Seminario, donde estáis tan bien, aunque sea de portero?, porque eso de los libros tiene que ser para mí muy difícil, pues yo creo que para los libros soy muy tonto".

Estas afirmaciones eran fruto de la humildad con la que pretendía disfrazar la fuerza de su vocación a la santidad en el sacerdocio. Algo debió adivinar el Padre Sánchez Olivas, jesuita afamado, que dirigía los Ejercicios Espirituales y fue asesinado nada mas comenzar la guerra civil, cuando al terminar los Ejercicios sorprendió a todos: "Se arrodilló a los pies de Ismael y, rebosando humildad, se los besó."

Las aspiraciones de Ismael eran consagrarse a Dios desde el primer momento. No era caprichoso de la vocación y no buscaba un sitio importante en la Iglesia, quería ser el portero, quería servir, solo quería ser de Dios donde Dios lo quisiera mandar.

En el frente alegraba con la guitarra y con canciones a los compañeros milicianos que le llamaban "curilla" e intentaron hacerle blasfemar por la fuerza, hasta recibir insultos y golpes por negarse a ello.

Según el testimonio del Capellán del Campo de Concentración, en la conversación posterior que tuvieron después de la confesión, ante la afirmación de Ismael de que quería ser sacerdote, le dijo : "Tú deliras, pequeño."

Y respondió:

"Padre, no deliro. ¿Tampoco tendré la satisfacción de que usted me crea? Sí, quiero ser sacerdote y de los buenos, de los que sirven a Dios de balde, ni mercenario, ni asalariado. Quiero vivir absorbido en Él, perdido en la inmensidad de Él y a Él totalmente entregado. Ni egoísmo, ni dinero, ni comodidades, ni familia, ni honores, ¡sólo Cristo!"

Presentar al Siervo de Dios Ismael de Tomelloso en el Seminario Conciliar de Madrid, no pasa desapercibido a los ojos de Dios, ni a los ojos de su Siervo Ismael, porque su vocación era ingresar en el seminario para ser sacerdote.

Muchas gracias don César Franco y don Joaquín Martín Abad por su presencia y por la ayuda que ella significa para el Causa de Canonización del Siervo de Dios Ismael de Tomelloso.