A lo largo de los siglos muchas personas santas se han entregado como alma víctima, es decir, persona que se entrega en sacrifico por las almas, especialmente por los pecadores; personas, como Ismael de Tomelloso, que decidieron tomar el camino de la cruz.
Tomás de Kempis en Imitación de Cristo escribe <<En el silencio y sosiego se perfecciona el ánima devota y aprende los secretos de las escrituras. Jesucristo tiene ahora muchos amadores de su reino celestial, mas muy poquitos que lleven su cruz. Tiene muchos que desean la consolación, y muy pocos que quieran la tribulación. Muchos compañeros para la mesa, y pocos para la abstinencia: todos quieren gozar con Cristo, más pocos quieren sufrir algo por Él>>.
El que es patrono de la juventud por su santa pureza, San Luis Gonzaga, siendo seminarista ayudó a cuidar a enfermos de peste, contrayendo también la enfermedad y muriendo con 23 años. Solía preguntarse <<¿De qué sirve esto para la eternidad?>>. En el caso de que nos le sirviera, ni hacía o decía tal cosa. Era una de los santos predilectos de Ismael de Tomelloso.
Santa Margarita María de Alacoque se ofreció a llevar el peso de la cólera de Dios por las almas culpables. En una conversación con Jesús, le dijo: <<¡Oh, Salvador mío!, descarga sobre mí toda tu indignación, y bórrame del libro de la vida antes de perder esas almas que tan caras te han costado>>.
Las visiones de la Beata Ana Catalina Emmerick suponen un tesoro para la Iglesia. Las mismas detallan relatos del Antiguo y Nuevo Testamento, de los santos, de los apóstoles y de los mártires, además del reconocimiento de reliquias y profecías del fin del mundo. Sufriendo también los estigmas del Señor y estando en cama muchos años testimoniaba: <<Me abandono enteramente a mi martirio, ya sea menester vivir o que sea preciso morir. Yo deseo que la voluntad secreta de Dios se cumpla sobre mí. Estoy tranquila, y tengo consuelo en mis penas. Esta mañana aún era muy feliz. Bendito sea el nombre del Señor>>.
Por su parte, la Venerable Sor Patrocinio, a la cual se le apareció la Santísima Virgen en la advocación del Olvido, Triunfo y Misericordias, escribió al Cristo de la Palabra:
Entrego, Padre amoroso,
mi espíritu en vuestras manos;
por salvar a mis hermanos
muero en esta cruz gustoso.
Y este fruto tan copioso
les dejo por mi legado.
De Santa Teresa de Lisieux se recoge en Historia de un alma: <<Entendí que en la perfección hay muchos grados y cada alma es libre de responder a la invitación de Nuestro Señor, de hacer poco o mucho por Él, en una palabra, de escoger entre los sacrificios que pida. Entonces, como en los días de mi primera infancia, exclamé: Dios mío, yo escojo todo. No quiero ser una santa a medias, no me asusta sufrir por vos. Sólo temo una cosa: conservar la voluntad propia. ¡Tomadla, pues, yo escojo todo lo que vos queráis!>>.
San Pío de Pietrelcina imploraba: <<Jesús mío, perdona y baja esa espada … pero si debe caer, déjala solo en mi cabeza … Sí, quiero ser la víctima … castígame a mí y no a los demás … envíame incluso al infierno siempre que los quieras y que todos, sí, todos, sean salvos>>.
Al igual que el Padre Pío, Santa Gema Galgani llegó a tener las cinco llagas a un tiempo, y también sufrió otros tormentos que Cristo padeció.
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