“Paz y bien. Hace más de dos años se me apreció en el riñón derecho una piedra en forma de habichuela. Fue necesario someterme a tres sesiones de litotricia de tres mil impactos cada una, sin efecto alguno; el 17 de mayo de 2007 tuve que ser operado para extraer la piedra a trozos, y el cirujano me confesó que se le había escapado un fragmento de unos seis milímetros que fue a parar al uréter derecho; se me sometió de nuevo a dos sesiones de litotricia. Una de ellas de 4000 impactos sin resultado positivo.
Invocaba al Siervo de Dios Fray Humilde Soria Pons, franciscano que falleció en nuestro convento el 26-01-05, y cuyo Proceso de Canonización está concluido.
De nuevo, el 20 de mayo de 2008, fui intervenido con rayo láser. Durante la operación desaparecía la piedra porque pasaba de la parte inferior del uréter, más estrecha de lo normal, a la parte superior del uréter, más ancha, no pudiendo atacarla. El 18 de septiembre de 2008 se me intervino otra vez con rayo láser con el mismo resultado negativo.
De nuevo se me cita para otra sesión de litotricia en diciembre último y, estando ya en la camilla y con el goteo puesto, una enfermera me dice textualmente: “De parte del doctor, que ya no tiene la piedra. Puede vestirse e irse a casa”.
Diez días antes de practicarse esta última sesión de litotricia, me llamó un amigo pidiéndome que le acompañase, porque estaba pensando hacer una peregrinación por la ruta de de San Pablo. Yo le expresé mi situación, por lo que no podría acompañarles. Me dijo: “Eso está solucionado, hoy mismo le voy a comenzar una novena a Ismael de Tomelloso”. Me envió la biografía y dos estampas y, tan pronto como recibí estas estampas, comencé a invocarle todas las noches, rezando la oración para la devoción privada.
La noche anterior a la que tenía que pasar por la litotricia, sentí ya la mejoría, pues sólo me levanté unas siete veces y sin los dolores que antes me aquejaban (hasta ese momento me tenía que levantar hasta treinta veces).
Estando ya en el hospital y con el goteo puesto para practicar la operación, de parte del doctor me dicen que la piedra ha desaparecido, que podía vestirme e irme a casa.
Creo que esto fue una gracia del Señor, que se dignó concederme por medio de sus Siervos Fray Humilde e Ismael de Tomelloso, lo que gustoso comunico por si puede servir para glorificación de ambos”.
(R.B.ofm. Alicante)
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