“¿Por qué Ismael quiso guardar tres meses de silencio? Recorriendo el camino, ahora asfaltado, que va desde lo que fue el frente de Alfambra hasta la paridera de Santa Eulalia, después de haber tirado el fusil sin querer disparar y puesto a rezar en el fragor de aquel combate, maduró la decisión de guardar secretamente su identidad y su amor a Dios, a la paz, a todos y a España, para inmolarse en un testimonio de silencio. Al testimonio se le llama en griego “martirio” y al testigo se le llama “mártir”." [...]
"El 5 de febrero de 1938, cuando Ismael fue apresado, formaron un pelotón de prisioneros, la mayoría jóvenes como él, los de la “quinta del biberón”, y los condujeron por el camino -de entre diez y veinte kilómetros- que desde Alfambra pasa por las faldas de la cordillera llamada “Peña Palomera” hasta la llanura de Santa Eulalia y los encerraron en una paridera solitaria en medio de un descampado cerca del pueblo, para que nadie pudiera escaparse, hasta poder trasladarlos por ferrocarril o en camiones a Zaragoza, al campo de San Juan de Mozarrifar."
"En aquella caminata de tres horas, con un frío congelador, tenían que ir los presos en silencio; también en la prisión improvisada tenían que guardar silencio o, todo lo más, hablar en voz baja. Y, en ese silencio forzado, Ismael debió madurar su silencio libre, para asociarse a la pasión del Señor, ya que él no había tenido, como hubiera deseado, la gracia del martirio cruento."
"Este otro martirio incruento, el del silencio secretudo, como un testimonio callado que mostraba mucho amor a Dios y a todos, sólo lo rompió, progresivamente y en parte, revelándolo a algunos: el confesor, el capellán, un seminarista y la enfermera, precisamente por su amor a Dios, porque no resistía no comulgar y no recibir los últimos sacramentos para aviarse al encuentro con Dios."
"El martirio o testimonio de su silencio, halla su explicación, y su respuesta a esa pregunta sobre el porqué: por asociarse a la pasión de Jesucristo y ofrecerse anónimamente como un holocausto escondido, pues Dios, que ve en lo escondido (cf Mt 6, 16-18), ve la realidad y, cuando el amor es silencioso, que no busca compensaciones humanas, es cuando el amor es más verdadero." [...]
Continúa destacando las siete palabras que pronuncia Ismael con las que rompe el silencio y hace una lectura teológica del silencio martirial y de las siete palabras, afirmando:
"El silencio de Ismael, en su pasión, y sus siete palabras antes de su muerte, nos muestran y nos explican que, en su vida y en su muerte, quiso asemejarse y configurarse con Cristo Jesús." [...]