DOMINGO, 8 DE MARZO DE 2015

El 8 de marzo de 1938, el Siervo de Dios Ismael de Tomelloso, continúa en silencio prisionero en el Campo de Concentración de San Juan de Mozarrifar, cerca de Zaragoza.

Los Amigos de Ismael le acompañamos estas semanas previas a San José, también en silencio 77 años después, porque Ismael he sido un ejemplo en la devoción al Santo Patriarca que le hizo un gran favor a Ismael, y a todos sus Amigos, el 18 de marzo de 1938, víspera de su fiesta.
Sexto Domingo de San José.

San José se levantó, tomó al Niño y a su madre y fue a la tierra de Israel, pero al oír que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, temió ir allá; y avisado en sueños se retiró a la región de Galilea, y fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret: para que se cumpliera lo dicho por los profetas que sería llamado el Nazareno. (Mt 2, 22-23)

Fue grande el dolor de San José por el temor a Arquelao, pero fue más grande su gozo cuando, tranquilizado por el Ángel, regresó a Nazaret con Jesús y con María.

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Cuentan que en su juventud Ismael de Tomelloso no solamente era un fiel devoto de San José sino que «andaba pensando en su posible vocación religiosa, sin concretar aún Instituto, vacilando entre la Compañía de Jesús y los Hermanos de San Juan de Dios; y trataba de ensayarse en la vida de sacrificio y vencimiento para medir el alcance de sus fuerzas, su resistencia de aguante, su amor práctico a los pobres.”

El 8 de marzo se celebra la fiesta de San Juan de Dios (1495 – 1550); nació en Portugal y desde los 8 años se quedó a vivir en España. Su vida es una continua aventura: se alista en el ejército y llega a luchar contra los turcos hasta las puertas de Viena.

Después de muchas experiencias, a los 42 años en Granada, según cuentan, el Señor le dice: «Granada será tu cruz”, y después de escuchar la predicación de San Juan de Ávila, impresionado por sus palabras sobre el amor de Dios y animado por el santo Doctor, consagró su vida al servicio de los enfermos y fundó varios hospitales.

A Ismael le entusiasmaban los rasgos heroicos de los santos y los quería imitar para estar más cerca de Dios, por eso preguntaba a todos:

“Dime cosas de mis Santos”.

«Admiraba al “loco de Granada”, cargando sobre sus hombros y en los brazos con los enfermos para llevarlos a su Hospital. Por eso tenía ciertas simpatías por los Religiosos y la vida de esta Orden gloriosa.»